miércoles, 3 de agosto de 2016

Enterrados con vida (+Casos reales)

Allí estás, con los ojos cerrados, sin poder moverte. Escuchas a todos llorar por tu muerte, oyes como todos hablan de ti, recordándote con cariño. Incluso sientes que te mueven hacia abajo, una sensación realmente extraña, puesto que puedes percibir que estás dentro de algo, pero no sabes que puede ser. Escuchas algo parecido a tierra cayendo sobre algo y al cabo de unos momentos todo queda en absoluta calma.

Pasan unas horas y despiertas de la nada. Tan solo ves una tapa de madera muy cerca de ti. Intentando comprender bien lo que ocurre, das un vistazo y extrañamente ves que estás muy bien vestido, como para una ocasión especial. Intentas moverte pero sientes que el espacio es desesperantemente pequeño. Sientes que en ese lugar tan pequeño el aire se acabará muy rápido por lo que comienzas a darte cuenta que será muy difícil salir de ahí. Te desesperas y comienzas a gritar pidiendo ayuda, te mueves violentamente en un intento de escapar de esa prisión oscura de madera, Pasas así un buen rato hasta que te das cuenta que nada va a sacarte de ahí, que cualquier llamado es inútil. Es ahí cuando comprendes donde estás realmente. Es allí cuando el desespero y el horror más absoluto crece. El aire poco a poco comienza a faltar, vuelves a perder los sentidos, poco a poco la luz de tus ojos desaparece, mientras en tu cara la expresion del horror más puro se muestra claramente. Poco a poco el silencio va ganando terreno en aquella escena, la luz se apaga y la oscuridad es total.

Aquel silencio que dominaba ese lugar regresa una vez mas. Vuelve a reinar el silencio mortuorio nuevamente. A partir de ese punto, ya formas parte de aquel lugar en donde la vida hace rato que no está. Aquel lugar donde reposan únicamente los que ya abandonaron este mundo. Claro, que a diferencia de ellos, tú llegaste vivo, encerrado en aquella jaula de madera sin poder hacer nada, para poco después, pasar al mundo de los muertos siendo así un caso más, de enterrados vivos.



Ser enterrado con vida... sin dudas es una de las peores muertes que se pueden sufrir. Y es que a lo largo de la historia, precisamente ese ha sido el mayor temor de algunos, ya que anteriormente se habían registrado muchos casos de personas que habían sido enterradas vivas, casi siempre debido a un mal diagnóstico médico, lo que llevaba a las familias a creer que en realidad la persona había fallecido, enterrándola mientras estaba viva, cuando en realidad se trataba de un caso de catalepsia o muerte aparente como también se le conoce, en donde todos los signos vitales se reducen al mínimo incluyendo la respiración siendo esta muy poco perceptible. Incluso han habido casos donde la persona que está en este aparente estado de muerte, puede estar consciente de todo lo que ocurre a su alrededor, eso sí, sin poder mover un solo músculo.

Hasta la ciencia ha podido constatar, a través de la exhumación de cadáveres, que ciertamente muchos seres humanos han sido sepultados vivos.

Pero... ¿Qué ocurre cuando una persona está en estado de catalepsia y por qué es tan complicado de detectar esto?

Pues bien, los síntomas que presenta una persona en este estado son:

Rigidez corporal, el sujeto no responde a estímulos; la respiración y el pulso se vuelven muy lentos, la piel se pone pálida. La suma de todos los síntomas produce la impresión de encontrarse frente a un cadáver verdadero. Es por el último síntoma que se cree que la persona ha muerto. Ha pasado muchas veces, que han enterrado con vida a personas que no habían fallecido, al pensar que estaban muertas justamente porque presentaban estos síntomas.

Ante todo esto, numerosos casos a lo largo del tiempo han ocurrido. Llegados a este punto quiero compartirles unos cuantos casos reales de personas que fueron enterradas aún estando vivas y que tiempo después, se constató este hecho.

Octavia Smith Hatcher

A fines del año 1800, un extraño y desconocido virus azotó al poblado de Pikeville, en Kentucky. Y uno de los casos más trágicos fue el de Octavia Smith Hatcher.

Luego de que su pequeño hijo muriera en enero de 1891, Octavia cayó en una profunda depresión que la llevó hasta el coma. El 2 de mayo de aquel año, fue declarada muerta debido a la extraña enfermedad que había llegado al lugar.

Octavia fue enterrada rápidamente en el cementerio local. Pero lo que nadie sospechaba, es que a partir de este momento comenzaría realmente lo espeluznante del caso.

Una semana después del fallecimiento, muchas personas comenzaron a enfermarse de la misma manera que la mujer, y terminaban en estado de coma. ¿La diferencia? Luego de un tiempo, comenzaban a despertar.

El esposo de Octavia comenzó a temer de haberse apresurado en enterrar a su amada, por lo que decidió desenterrar el cadáver.

Lo que vio después de abrir el féretro fue digno de una escena de la película de terror más escalofriante: Sus uñas estaban quebradas y bañadas en sangre, y el ataúd por dentro estaba totalmente arañado.

Octavia aún estaba con vida al momento de ser enterrada. De hecho, en su rostro aún se podía notar una expresión de terror. Luego del incidente, el esposo de Octavia la volvió a enterrar en el mismo lugar, sin embargo colocó un monumento en honor a la horrible muerte que la mujer encontró. La estatua se mantiene en el lugar hasta el día de hoy.

El sepulcro de Octavia Smith Hatcher.

Rufina Cambaceres

En el año 1903 Rufina Cambaceres, una bella joven de la aristocracia argentina que el 31 de mayo de ese año se preparaba para festejar su cumpleaños número 19. Fue encontrada por una sirvienta sin vida en su habitación. Los doctores dijeron que “se le había detenido el corazón”, por lo que decretaron oficialmente su muerte. 

Su desconsolada familia decidió no velarla y la sepultó en el mausoleo de la familia. Un día más tarde uno de los cuidadores oyó persistentes ruidos desde el interior, por lo que entró al lugar y encontró el féretro de Rufina levemente corrido de su estante, por lo que dio de inmediato aviso a su familia. 

Cuando se ordenó abrir de nuevo el ataúd, el cuerpo de la joven se encontraba de espaldas y con varios rasguños en su rostro, producto al parecer de la desesperación de encontrarse sepultada viva. 

El sepulcro de Ruffina Cambaceres

Rosario Zuazagoitía

Cuando Rosario "murió", en 1832, su hermana Carmen -quien después se casó con el viudo-, le ató las manos con un pañuelo, para simular que estaba rezando.

Cuando Carmen falleció, unieron sus restos con los de Rosario para introducirlas después en el mausoleo familiar. Al abrir la tumba, encontraron sus manos desatadas, su cuerpo en otra posición, incluso se hallaron trozos de uña incrustados en la urna.

Aquí descansan sus restos
Angelo Hays

En el año 1937, en Francia, un joven de 19 años oriundo de la localidad de St Quentin de Chalais, identificado como Angelo Hays, falleció tras sufrir un grave accidente en su motocicleta. El joven había chocado contra una pared de concreto, lo que le desfiguró parcialmente el rostro. Su familia no tuvo autorización para ver el cuerpo, y las autoridades lo declararon oficialmente muerto. Tres días después fue enterrado.

No obstante, una compañía de seguros gestionó una exhumación del cadáver al enterarse que el padre de Angelo había cobrado el seguro de vida de su hijo por unos 200 mil francos de la época. 

Cuando se abrió el féretro se comprobó, para sorpresa de todos, que el cuerpo del joven todavía estaba caliente: Hays no estaba muerto, sino que estaba en coma causado por su lesión en la cabeza. Los médicos aseguraron que, pese a ser enterrado vivo, debido a la misma herida en la cabeza que lo había dejado en estado de coma, su cuerpo ya no necesitaba la cantidad normal de oxígeno necesaria para la supervivencia, lo que le permitió sobrevivir bajo tierra. 

Después de este insólito suceso y de que despertara del estado de coma, Hays se convirtió en una celebridad nacional en Francia, y mucha gente viajaba cientos de kilómetros para verlo y hablar con él. Muchos años después de su accidente, Hays inventaría un ataúd de seguridad, creado para otras personas que podrían estar enterradas vivas por error. Contaba con un armario de alimentos, un suministro de oxígeno, un WC químico, transmisor de radio, señales de alarma e incluso una biblioteca.  Al menos vivió para contarlo.

El invento de Angelo Hays
Lawrence Cawthorn

Sucedió en Londres en el año 1661, cuando un carnicero llamado Lawrence Cawthorn “murió” luego de estar un tiempo enfermo. La propietaria de la casa en la que vivía estaba ansiosa, ya que la ley le permitía heredar sus posesiones, por lo que lo enterró rápidamente, sin la consulta de un médico.

Cuando los dolientes visitaron la tumba, comenzaron a escuchar desesperados y desgarradores gritos que provenían del ataúd. Rápidamente intentaron rescatarlo, sin embargo, para cuando lograron abrir el féretro, Cawthorn ya estaba muerto.

Su cabeza estaba bañada en sangre producto de los cabezazos que el hombre se dio para tratar de salir. Sus ojos estaban completamente hinchados.

La mujer fue acusada de haberlo enterrado prematuramente, y el caso se volvió una leyenda por cientos de años.



Al ver las fechas de estos relatos, bastante antiguas ya, uno se ve tentado a pensar que estos casos eran problemas de siglos anteriores y que considerando la tecnología que a día de hoy tenemos, es muy difícil que estos casos sigan ocurriendo... pero ¿y si no? ¿y si aún este tipo de cosas sigue ocurriendo? Veamos algunos casos que datan de años no muy lejanos.

Sipho William Mdletshese

En 1993, un joven sudafricano de 24 años llamado Sipho William Mdletshese se vio envuelto en un grave accidente de tránsito. Iba junto a su novia, quién sobrevivió, pero Sipho quedó con heridas tan graves que fue declarado muerto.

El cuerpo fue llevado al mortuorio de Johannesburgo, y puesto en una caja de metal para luego ser enterrado. Pero el joven no estaba muerto, sólo había quedado inconsciente producto del choque. Pasaron dos días hasta que despertó dentro del ataud, y totalmente confundido comenzó a gritar desesperadamente por ayuda.

Afortunadamente, algunos trabajadores de la morgue lo escucharon, y lo sacaron con vida. Pero para aumentar la dosis de mala suerte en el caso, cuando fue hasta el hogar de su pareja, fue echado airadamente que la mujer pensó que se trataba de un zombie. Como si ser enterrado vivo no fuese suficiente.


Enterrado vivo voluntariamente

Hasta el momento hemos revisado casos en los que las personas fueron enterradas o por error, o por la intervención de terceros. Pero lo que ocurrió en Rusia en 2011 escapa de toda lógica, ya que fue la misma persona la que pidió ser enterrada. Ocurrió en la ciudad de Blagoveshchensk, lugar donde un sujeto de 35 años decidió probar su valentía, además de atraer la buena suerte.

Pero lo que logró fue algo muy distinto. Con la ayuda de un amigo, cavó un hoyo en su patio, y creó un ataúd bastante artesanal. Se preocupó de agregarle tubos para que entrara algo de oxígeno, y se enterró junto a un celular y una botella con agua. A los pocos minutos de consumado el entierro, el sujeto llamó al hombre bajo tierra, y comprobó que estaba en buen estado.

Rusos al fin.

Isaac Ramirez Perez

Tenía 27 años. Fue declarado muerto en el Hospital de Occidente tras realizarle una cirugía de vesícula el 7 de Octubre de 2009.

Después de que se le diera por muerto, fue velado por su familia durante varias horas. Una vez que se le dio sepultura (en el cementerio de Azacualpa, aldea de La Unión, Copán), los vigilantes cambiaron el turno a los compañeros de la noche. Durante la noche, oyeron aterrados golpes y voces desde un nicho:

 “¡Sáquenme de aquí!, ¡Sáquenme de aquí!, Noelia, mamá!". 

Esto sucedió el 8 de Octubre de 2009.

“Siempre hacemos rondas, aquí se duerme poco. A veces con tanta historia y con la soledad es normal que se escuchen cosas, pero esa noche se oyó bien cuando el muchacho gritaba." Contó uno de los vigilantes.

 "Eran gritos de angustia, pero nosotros teníamos temor. Pasamos toda la noche pensando en lo que habíamos escuchado”, relató uno de los centinelas.

Cuando se hizo de día y los guardias hicieron el cambio de turno, comentaron lo ocurrido a sus compañeros y entonces se enteraron de que el día anterior habían sepultado a Isaac.

De inmediato la noticia corrió en el pueblo y avisaron a los parientes. A las ocho de la mañana, los hermanos de Isaac y los vecinos llegaron hasta el cementerio. Los familiares, armados con una barra abrieron la tumba y sacaron el ataúd.

El cuerpo de Isaac estaba sudado, la camisa que escogió su madre para enterrarlo estaba desabotonada y su pecho presentaba varios arañazos.

Tenía sudor en la frente, el cuerpo estaba flexible y caliente
.
“Cuando abrimos el ataúd Isaac sudaba, estaba caliente y abrió un ojo. No podíamos creer lo que estaba pasando". Dijo el hermano.
Cuatro horas después el médico certificó por segunda vez en 24 horas la muerte de Isaac, pero esta vez por asfixia.

Hermano de Isaac, señalando el nicho del difunto

Niurka Berenice Guzmán Reyes

Julio 2011.

Niurka Berenice Guzmán Reyes, de 23 años, fue trasladada a un hospital de Bonao (República Dominicana) con problemas respiratorios. Su hermana, Rosa Robles, explica que está no recibió las atenciones adecuadas, y que según los médicos habría fallecido de un infarto. El cadáver fue trasladado a su vivienda, pero tanto la familia como sus amigos se percatararon de que su cuerpo estaba flácido, pero aún así fue enterrada posteriormente. Días más tarde, una amiga y compañera de la fallecida dijo que presentía que Niurka estaba viva. La madre le creyó y exigió la exhumación. 
A petición de los familiares el cadáver fue exhumado y un médico legal que lo examinó determinó que ciertamente fue enterrada viva y que murió de asfixia dentro del ataúd.

“A mi hija me la enterraron viva, yo estoy convencida de eso,”, dijo Andrea Reyes, madre de Niurka.

Al correr el rumor en el pueblo de que el cadáver de la bailarina sería exhumado, porque esta se encontraba viva, cientos de personas se aglomeraron en los alrededores del Cementerio Municipal a ver con sus propios ojos el acontecimiento.

El cuerpo sin vida de Niurka
Sin embargo, aunque el cuerpo de la joven aún estaba blando y con ligeros signos de sudoración, el médico que acudió al campo santo la declaró muerta, pero informó que falleció a causa de asfixia dentro del ataúd, lo que causó la histeria y la amargura de sus familiares y amigos.


Y como estos, hay muchos casos más registrados...

A día de hoy, aún esto sigue ocurriendo pese a los avances de la medicina, ya que el error humano o la simple negligencia, siempre será un factor que estará presente y puede jugar un papel determinante a la hora de realizar un diagnóstico.

¿Y tú que piensas? ¿Crees que estos casos puedan darse en tu país? 

Por ahora, eso es todo. 

¡Hasta el siguiente post, gente!

- Lxs

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